Tras la explosión primaveral, el verano nos hace madurar. Las aves ya han salido de sus nidos, los insectos revolotean entre las flores y los frutos maduran en los árboles ofreciendo alimento a todos los habitantes del bosque. Es tiempo de aprender cómo vivir en el bosque, de crecer y coger fuerza.
Buscamos senderos agradables y frescos, a la sombra de avellanos, robles, alisos y fresnos.